Cartas en el desván. Cap.1

... Comienzo mi andadura dejando atras los relatos cortos intentando pasar a escribir algo más profundo y largo. No sé como saldrá... espero que os vaya gustando. Vuestros comentarios ayudaran a que sepa lo que opinais sobre ello. Os dejo con el primer capítulo de esta nueva etapa... - Dámaris.


Todo se encontraba revuelto. No podía creerlo, pero allí estaba. ¡Por fin había conseguido la casa de sus sueños!- pensó Andrea mirando a su alrededor.

Después de tantos años pasando por delante, y soñando mientras paseaba por las calles de Boston con tenerla; finalmente había conseguido el dinero para comprarla. Años de sacrificios, muchas horas de trabajo invertidas allí. En su sueño. Pero todo había merecido la pena; desde que vio ese cartel en el jardín frente a la puerta supo que podría ser suya. Cuantas veces le dijeron que desistiera en su empeño, sus amigos, familia...


Pero sabía que algún día podría ser suya. Y confió en ella más que nadie. Por eso, contra viento y marea lucho por su sueño. Y al entrar por la puerta esa mañana se sintió orgullosa de sí misma.

Dejó sus maletas, las cajas con sus pertenencias y comenzó a recorrer la casa sola. Despacio, disfrutando cada espacio que se abría ante ella. Escuchando el silencio de su hogar. Sí, su hogar. Por fin podía llamarlo así. Porque ya era de ella.


Tras largo rato deambulando por la casa, subió lentamente las escaleras que la llevaban al desván. Que ganas tenía de poder entrar allí. Ese lugar que tanto le gustó cuando la visito por primera vez, cuando le enseñaron la casa los de la inmobiliaria. En el cual había respirado aparte de mucho polvo (por los años que llevaba cerrado), una paz inmensa.


Lo primero que hizo fue apartar las sabanas que cubrían las vidrieras de las ventanas, que tantas veces admiro desde la calle cuando pasaba por allí. Y se hizo la luz, con una mezcla de colores tan hermosos que la dejaron sin aliento por unos segundos. Los rayos del sol de aquella hermosa mañana de primavera, se filtraron por los diferentes cristales de las ventanas. Dando paso a un arco iris reflejado en las paredes oscuras de la espaciosa estancia. Y giró sobre sí misma para poder admirarlo. Recorriendo con la vista cada milímetro que la rodeaba. Entonces fue consciente de cuanto trabajo tenía allí, junto con el resto de la vivienda.


Todo se debía a que la casa había estado cerrada desde que murió su anterior propietaria. Una dulce mujer, la cual según le contaron los de la inmobiliaria había muerto sola muy mayor, ya que no tenía hijos ni familia alguna. Cuantas cosas habrían visto esas paredes. Solo se preguntaba una cosa, ¿qué ocurrió en la vida de la anterior dueña, para que terminara sus días allí sola y sin nadie que la acompañara?

-Andrea deja de pensar y ponte manos a la obra, que tienes mucho que hacer en tu casa- Se dijo a sí misma saliendo de la nube en la que aun se encontraba.

Y así fue, paso días arreglando aquella gran casa. Limpiándola a fondo, colocando todo a su gusto. Organizando las pocas cosas propias que había llevado allí. Y cuando por fin encontró que todo estaba en orden, se decidió a subir al maravilloso desván para hacer lo mismo allí. Uf, cuanto trabajo tenía en esa gran habitación.


Después de limpiar, quitar las telarañas y ordenar en un rincón las cajas que allí se encontraban se dispuso a abrirlas. Para su sorpresa se dio cuenta de que en ellas se encontraban las pertenencias de la anterior dueña. En un par de cajas su ropa, en otra sus zapatos. Bolsos, sombreros y algunos pañuelos también encontró. Y solo le quedaba por abrir el viejo baúl que había en una esquina. Repleto de pequeñas cajas decoradas empezó a sacar sobres y postales antiguas. Todas ellas escritas.


A pesar del cansancio que tenía la curiosidad fue superior y tras ordenarlas por la fecha que llevaban los matasellos, comenzó a leer aquellas cartas las cuales tenían ya un tono amarillento por el tiempo que llevaban allí guardadas. Y a través de ellas comenzó a descubrir la historia de Linda (supo que así se llamaba por las cartas).


18 de Octubre de 1941: Querida Linda, las cosas en Europa están empeorando. Se dice que podrían mandarnos pronto para ayudar a las tropas Inglesas. No sé si pueda soportar estar a tantos miles de kilómetros de ti. Es duro solo pensarlo. Espero que tú al menos estés bien, el saberlo me dará las fuerzas necesarias para ser fuerte.…. Un beso con todo mi amor. Edward.


10 de diciembre de 1941: Amada Linda, está confirmado. Tras el ataque a Pearl Harbor nos envían a Europa. No sé cuando pueda volver a ponerme en contacto contigo. Cuando pueda enviarte de nuevo unas líneas en las que te exprese mi amor y todo lo que te echare de menos. Espero que sea lo antes posible y me lleguen también las tuyas para hacerme más fácil el trance de no tenerte junto a mí… Te amo. Ed.


-¡Cuantas cartas le quedaban aun por leer!- penso Andrea... lo dejaria para más tarde. Y volvió al piso inferior mientras pensaba en aquellas cartas que habia encontrado. Y en sus protagonistas.